A
Teresa
Eres
mi dicha y mi Cielo.
Ruégote,
con gran anhelo,
Escuches
ya mi pasión.
Si
con esto te importuno,
Alma
(¿?) del alma mía,
Perdona
mi tontería,
Absuélveme,
por favor.
La
sentencia que me espera
A
ti te toca dictar.
Fin
será el de mi llorar
O
el preludio de mi muerte.
X
El poema no tiene firma ni fecha,
pero suponemos que fue escrito
por un muy joven José Luis cerca de 1905.
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