Tacubaya, octubre 15 de 1920.
Señorita
Amparo Bolado
Guadalupe
Hidalgo*.
Mi
querida Amparito:
Efectivamente,
como lo dices en tu cartita de ayer, estuve algo enfermo del estómago; pero no
creas que fue cosa de cuidado. Entiendo que me hizo daño la emulsión, pues
empecé tomando cucharada grande en cada alimento sin recordar aquello de que
“No por mucho madrugar amanece más temprano”.
Como
te digo, ya pasó.
Efectivamente,
es lástima, y grande, que no hubiese ido a la solemnísima función del día 12
último, pero hubo para ellos algunas razones que me lo impidieron: primero, no
estaba completamente sano; segundo, no tenía el correspondiente boleto;
tercero, no me agradan las “peloteras”; y cuarto, no me resuelvo todavía a
escuchar música, aun cuando sea religiosa. Por contraposición, entiende, bien
mío, que a tu lado habría estado menos triste y pensativo que de costumbre y
más en un día como ése, que es aniversario memorable, ¿te acuerdas de qué…?
Luchena vino encantada y me relató punto por punto cuanto le había ocurrido en
el tiempo que estuvo ausente… Está muy agradecida por las finezas de ustedes.
En
realidad, Conchita no sabía en dónde estábamos hospedados en Toluca. Por eso no
pudo decírtelo. Pero de todas maneras te agradezco en el alma los recuerdos que
hiciste el día 8… Como te contaría Luchena, pasamos esa fecha en Tenango, lugar
que dista unos 25 kilómetros de Toluca.
Te
repito que el cuadro está precioso y realmente siento que hayas tenido tantas
dificultades en la preparación de la manta, pues de otro modo había sido un
hermoso par. No pienses por esto que soy ambicioso: ya te dije en mi anterior
que no merezco lo que haces y te afanas por mí.
Ya
me contaron que dice Luis que tú no eres variable, como lo son todas las
mujeres, porque él no deja que lo seas. Mírate que reservada eres, cómo no me
habías contado que tal sucede. Conque necesitas que te cuiden, porque si no…
kalabacitas con quince letras…
Mañana
por la tarde pienso ir a saludarte, para que me cuentes lo que te ha ocurrido
en esta semana tan agitada y tan festejosa, en la que me figuro te habrán
sorbido el seso entre fieles, peregrinos, visitas, devotos, arcipestres y
prelados. Si vieras que es una dicha incomparable vivir lejos de las basílicas.
En
fin, querida Amparito, saluda a Anita de mi parte. Y mientras tengo el gusto de
verte, recibe el amor de tu José Luis.
*Se refiere a lo que en aquellos años seguía siendo Villa Guadalupe Hidalgo, y que hoy conocemos como La Villa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario